Cuando escribimos un correo electrónico, no lo hacemos por contestar a otras personas, sino que nos comunicamos al azar, en función de nuestra propia naturaleza y algo de casualidad. Del mismo modo actuaban genios como Albert Einstein o Charles Darwin al escribir sus cartas.
Es la conclusión de una investigación en la que participó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que fue publicada por la revista Science.
Los investigadores estudiaron la correspondencia de 16 personalidades, entre las que se encontraban Albert Einstein, Charles Darwin, Sigmund Freud, Karl Marx y Ernest Hemingway.
En su análisis, identificaron un mismo patrón de conducta que también se podía extrapolar a la correspondencia del siglo XXI, los emails o correos electrónicos.
El modelo es casi completamente aleatorio. Tan sólo existe una estructura básica debido a nuestros horarios, que sí son estructurados. Nos levantamos y nos acostamos a horas predecibles y, sin embargo, en ese intervalo de tiempo escribimos cartas o correos electrónicos en cualquier momento.
Explica el investigador del CSIC Daniel B. Stouffer, de la Estación Biológica de Doñana, que participó en el estudio.
Es más probable que un individuo continúe escribiendo e-mails una vez que ha escrito el primero, para usar su tiempo de forma más racional. De la misma forma, que cuando vamos a un centro comercial compramos varias cosas para aprovechar el viaje, añade Stouffer.
En el proceso interviene una variable más: los cambios que se producen a lo largo de la vida.
Los autores destacan, cómo aumentó el ritmo de correspondencia de Einstein tras la publicación de la Teoría de la Relatividad.
Del mismo modo, un bloguero verá aumentada su comunicación vía e-mail cuando publique un artículo polémico en su blog.
Fuentes: sinc y Northwestern University.
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