En estos tiempos de crisis todos estamos pendientes de las algunas medidas económicas muy importantes: ayudas, créditos, avales… Sin embargo, le dedicamos menos atención a varios factores que gravan a las pymes españolas: innumerables trámites, larguísimos plazos de pagos, cuotas obligatorias. Son los impuestos ocultos.
En 2006, las pymes dedicaban un tercio de su tiempo a resolver trámites burocráticos. ¡Menudo impuesto!
Hoy en día, el Banco Mundial calcula que en España un negocio dedica casi 300 horas a gestionar tributos.¡Impuesto sobre el impuesto!
Además, una empresa, por el mero hecho de serlo, tiene que cumplir con nada menos que 36 trámites obligatorios. Sí, 36: declaraciones de IVA, altas y bajas de trabajadores, informes de prevención de riesgos laborales, datos estadísticos para el INE, pago de impuestos municipales, elaboración de cuentas anuales, depósito de cuentas anuales… Y eso, si tienes suerte, porque dependiendo de la actividad los trámites obligatorios pueden llega a ser hasta cien.
El coste de esta burocracia representa nada menos que el 4,6% del PIB y en buena medida grava a las pymes. El gobierno, con estos datos en la mano, ha comprendido que es un impuesto demasiado pesado para estos tiempos de crisis y se propone reducirlo en un 30% para el año 2012. Y claro está, muchas pymes no llegarán a disfrutar esta reducción.
Buena parte de las cifras sobre los trámites obligatorios para las pymes que acabamos de ver, provienen de un estudio encargado por el gobierno al Consejo Superior de Cámaras de Comercio. Y son precisamente las Cámaras de Comercio, las beneficiarias de otro impuesto oculto: todas las empresas y autónomos estamos obligados a pagar una cuota anual a la Cámara de Comercio, aunque a la mayoría piense que no sirve para nada. Y en medio de la crisis, todo parece indicar que seguiremos pagando la cuota anual a la Cámara.
En cuanto a los plazos de pagos, en España se encuentran entre los más largos de toda Europa. Y la administración, precisamente, se encuentra entre quienes tardan más en pagar. Si bien es cierto que hay administraciones que están haciendo esfuerzos por reducir estos plazos, otras tardan y seguirán tardando más de lo debido.
Es el caso de muchos pequeños ayuntamientos que no recibirán las últimas ayudas del gobierno y que ya no sacan dinero de las recalificaciones urbanísticas. En estos casos no es raro que los plazos de pago sean de seis meses. Mientras tanto la empresa proveedora tiene que seguir haciendo frente a los gastos del día a día: sueldos, proveedores, impuestos… Para colmo, los bancos han cerrado el grifo y no hay financiación.
Como vemos, los impuestos ocultos son un lastre añadido que grava a todas las pymes, más aún en tiempos de crisis cuando necesitamos salvavidas, no lastres.
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