Le sucede cada día a más gente, a más empresas. De repente el banco, la caja u otra entidad financiera cierra el grifo: da largas, niega el crédito o endurece tanto las condiciones que es como si lo negara.
A ello se suma la caída de las ventas y los retrasos en los pagos.
Es la crisis, todo parece al borde del colapso. Y muchas empresas tienen que despedir a sus trabajadores y/o cerrar.
La gente reacciona de todas las maneras posibles: escribe en su blog acerca del timo de los Fondos ICO, peregrina en busca de dinero, envía de regalo una mierda al presidente del ICO o amenaza con quemarse.
Mientras tanto gobierno y oposición están a sus cosas: que si la corrupción, que si la cacería. Como si todo este colapso no estuviera pasando.
En ello pienso cuando paseo a mi perro. Al regresar, desde hace unos días, me encuentro a gente rebuscando en la basura. Un fenómeno nuevo en mi calle que me trae muy malos recuerdos. Recuerdos del Buenos Aires del corralito.
Mientras escribo ésto en la radio dicen que el gobierno está trabajando para que las administraciones dejen de asfixiar a las pymes y empiecen a pagar.
No parece suficiente.
Pero ojalá sea verdad.
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