Todo parece indicar que el pequeño comercio en España está al borde de la extinción. Las ventas no dejan de caer, los alquileres siguen por las nubes y cada día se cierran más locales.
Mientras tanto, el comercio electrónico no para de crecer, pero pocos comerciantes de toda la vida se plantean aprovechar esta oportunidad. Sin embargo, merece la pena que lo hagan.
Es cierto que pasar del comercio tradicional al electrónico no es tarea sencilla. Pero puede hacerse y merece la pena intentarlo.
Por dos razones fundamentales: el comercio electrónico tiene cada vez más clientes y sus costes son mucho menores que una tienda en la calle.
Pero hay otra razón de peso que un comerciante de toda la vida debería tener en cuenta. Se trata de conservar su gran baza, su ventaja competitiva. Me refiero al trato personalizado, al consejo al cliente.
Porque el trato personalizado también puede ofrecerse en el comercio electrónico usando el teléfono, el chat, el correo electrónico y las redes sociales.
Y ese puede ser el rasgo diferencial que asegure el éxito del pequeño comercio electrónico.
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