Desde diciembre de 2010 nadie sabe nada de Mel y mucha gente lo echa de menos, aunque jamás lo haya visto personalmente. Pero lo más preocupante es que Mel era uno de los pocos individuos capaces de enseñar una técnica innovadora que podría desaparecer con él.
Mel no sabía que era un maestro de la innovación, no había asistido jamás a seminarios, congresos o encuentros sobre la innovación.
Mel ni siquiera sabía lo que era la innovación.
Pero pertenecía a una comunidad de innovadores.
Un grupo que desarrolló una nueva y arriesgada técnica que mejoró sustancialmente su calidad de vida.
Tanto que Mel superó ampliante la esperanza de vida de su especie.
Porque la última vez que se supo de Mel tenía 46 años.
Era un anciano.
Y la esperanza media de vida de las orcas es de 30 años.
Mel era una de las pocas orcas del mundo que dominaba la técnica del varamiento intencional, que le permitía llegar hasta la misma orilla de Punta Norte, en la Península Valdés de la Patagonia argentina, para cazar crías de lobos y elefantes marinos, tal como puedes ver en el vídeo.
Y además era capaz de enseñársela a los más jóvenes.
Probablemente Mel haya muerto.
Y puede que la técnica del varamiento intencional desaparezca con él.
Porque solo quedan siete orcas capaces de cazar en las mismas orillas del Atlántico Sur y apenas cinco hembras capaces de transmitir esa técnica a una nueva generación.
Las historia del mundo es la historia de innovadores como Mel, individuos capaces de hacer lo que nadie hace, de tomar riesgos para vivir mejor.
Por eso, algunos creemos que Mel es nuestro maestro.
Fuenet: Clarín.
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