Todo empezó en 1929, cuando los clientes rechazaron una partida de cerveza en mal estado.
Una verdadera crisis para el distribuidor de Mahou en Segovia, que sin embargo no se amilanó.
Nicomedes García Gómez decidió destilar esa partida de cerveza y guardarla en barricas de roble.
Y así cuenta el resultado:
A los tres años salió un licor bastante bueno, que se parecía al whisky, aunque no tenía tanto sabor a chinches. Total, que me tiré toda la guerra bebiendo whisky, y como cada día estaba mejor, volvió a mí el interés por fabricarlo.
Así, sin complejos, nació Dyc, un whisky español que hoy triunfa hasta en la India.
Para conseguir este éxito, Nicomedes García Gómez consiguió cambiar la legislación española para poder destilar alcohol de cereales y fue tan listo como para fichar a John McLeod, un catador escocés de whisky, para promocionar su Dyc español.
Desde entonces, la marca creció con la ayuda de la publicidad. Por eso, todos los que vivimos en España recordamos que Dyc es para gente sin complejos, como nos decía aquella famosa campaña.
Y todo partió de lo que parecía una locura, pero como decía Einstein:
Si una idea no es absurda al principio, entonces no merece la pena.
Y vaya si la idea de Nicomedes García mereció la pena.
La historia de Nicomedes García y su Dyc nos enseña a perder los complejos y a usar la imaginación para superar una crisis.
Seguro que leyendo el libro escrito por Fernando Montañés sobre este brillante emprendedor, aprendemos algo más.
Fuente: El Mundo, vía menéame.
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