En la Escuela de Negocios de Harvard quieren conocer el secreto de Ferran Adrià, un empresario que da más importancia a la creatividad que a los clientes.
El profesor Michael Norton está interesado en los comportamientos aparentemente irracionales de los consumidores y cree haber encontrado en Adrià el caso perfecto.
Sus razones: el misterioso sistema de reserva del restaurante de Adrià -El Bulli- , que los afortunados que consiguen plaza deben viajar primero a Barcelona y luego conducir dos horas por caminos de montaña, para pagar 230 euros por una comida que despierta sensaciones y emociones.
Porque lo que ofrece Adrià es más que una comida, es una nueva experiencia.
Si lo suyo fuera simplemente comida debería irse a Madrid o Barcelona, piensa Norton.
Mientras que Adrià ha declarado recientemente que
una inversión de más de 450.000 euros para montar un restaurante en Barcelona a día de hoy puede ser un suicidio económico
De todos modos, Norton piensa que tener que ir hasta Cala Montjoi -donde está El Bulli- es parte fundamental de la experiencia.
Norton también está sorprendido porque Adrià piensa que si consultara a los consumidores sobre lo que quieren, pedirían algo que ya conocen.
Si me gusta un buen bistec, me lo pueden servir y voy a disfrutarlo. Pero nunca será la experiencia de mi vida. Para crear esas experiencias, casi no se puede escuchar la cliente .
Y esta es precisamente la diferencia entre escuchar al consumidor y comprenderlo.
Por fin, Norton pidió a sus alumnos que estidiaran el funcionamiento de El Bulli y por supuesto encontraron que podrían recortar gastos: menos personal, ingredientes más baratos, etc.
El problema es que si Adrià hiciera esto, El Bullli ya no sería El Bulli.
La conclusión de Norton:
Adrià dice que no escucha a los clientes, sin embargo, sus clientes son algunos de los más satisfechos en el mundo.
Fuentes: HBS Working Knowledge y La Vanguardia. Foto: Charles Haynes/Creative Commons.
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Habría que decirle al Norton este, que lo que hace Adrià, se llama «EXCLUSIVIDAD», y es algo que siempre ha existido. Solo debe tragarse la peli esa de Titanic, habian unos que estaban en clase alta y otros en un lao del barco y que se deje de irracionalidades y gilipolleces intelectuales.
La experiencia interior y divina de Ferran Adrià la puede tener una persona en cualquier sitio, seria una experiencia interior en la cotidianidad, una experiencia Zen, pero ya no aportaria dinero y esa es la realidad de Ferran Adrià, por eso debe montar lo que ha montado y no un local como muchos hay más sencillo que también dan muchas satisfacciones a sus clientes, aunque Adrià lo ponga detrás del concepto de «Creatividad» habilmente.
Para mi solo hay una palabra que lo explica todo: «Exclusividad», y que no hablen más porke lo ke hacen es kerer tomarnos el pelo, que difruten del chollo que les ha salido y dejen de airearlo, antes de que se lo copien y se lo vuelen.
dAni