Después de mucho trabajar, mi amigo envío su mailing y cuando acababa de hacerlo comprendió que había cometido un gran error: había dejado a la vista todas las direcciones de los destinatarios.
Inmediatamente envió una disculpa, lo que no le garantizaba que alguna de las personas cuya dirección de correo había quedado expuesta, no se cabreara, lo denunciara ante la Agencia Española de Protección de Datos y le cayera una importante sanción.
¿Cómo evitar problemas en tu e-mailing?
Muy fácil, usando la herramienta más adecuada.
Para que nos entendamos mejor, esto es como cuando en casa te encuentras, por ejemplo, un tornillo flojo en un mueble o electrodoméstico y te dices: esto lo resuelvo yo en un pispás. Abres el cajón de los cubiertos, coges un cuchillo y empiezas a tratar de ajustar el tornillo.
En pocos segundos y casi sin darte cuenta, el cuchillo resbala y te cortas el dedo.
Refunfuñando, te lavas la herida, la desinfectas y la vendas mientras piensas: si me hubiera tomado un minuto para sacar la caja de las herramientas y buscar el destornillador, me hubiera ahorrado este incordio.
Así le ocurrió a mi amigo con su mailing: por ahorrarse un poco de tiempo usó una herramienta equivocada y se buscó un problema.
Porque usó un programa de correo electrónico, que fue creado para gestionar los mensajes de una persona y no para mailings.
Por eso, en un descuido que más tarde o más temprano siempre ocurre, dejó a la vista un montón de correos electrónicos. Y así no solo se expuso a sanciones, sino que en lugar de cimentar las relaciones con los destinatarios de su mensaje, puso a más de uno de uñas.
Y podría haber tenido otros problemas, como denuncias por spam, problemas con su servidor, tener que gestionar manualmente multitud de bajas, etc.
Todo esto se podría haber evitado usando la herramienta indicada para el e-mail marketing. Servicios como MailChimp, Aweber y otros están hechos para eso, son prácticos, cómodos, fáciles de usar, gestionan automáticamente altas y bajas y además permiten analizar los resultados.
Por eso, no te pilles los dedos, ¡usa la herramienta adecuada!
Imagen: MIT Libraries
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