¡Pero qué buena, qué guapa y que simpática es mi web! ¡Muac, muac, muac! dijo el emprendedor, dejando la pantalla pringosa de tanto besarla. Y continuó: lástima que Google te tenga manía, porque sino estaríamos forrados.
Sí, aquel hombre se comportaba con su web como esos padres que consideran que sus hijos son un dechado de virtudes, cuando son insoportables, y que creen que sus pobres maestros y profesores les tienen manía, cuando aguantarlos es una proeza.
Y aunque puede que haya exagerado un poco, en nuestros comienzos en Internet casi todos hemos creído que nuestra web era una maravilla… aunque Google no supiera apreciarlo, como le ocurría a los maestros del niño maleducado.
Pero incluso en el caso de que los maestros y Google se equivoquen, algunos padres de niños y de webs hemos conseguido ver nuestros errores para rectificarlos.
Pero otros se mantienen en sus trece y ven con tan buenos ojos a su web que no perciben fallos tan frecuentes como:
- Lentitud: hay webs que tardan tanto en cargarse que solo sus dueños tienen la paciencia suficiente para ver una página completa. Por eso, la gente las abandona y Google las castiga.
- No se sabe qué venden: sí, sí hay millones de sitios que para saber lo que te ofrecen necesitas dedicarles al menos diez minutos y la mayoría de nosotros no tiene tanta paciencia; en menos de lo que tardamos en parpadear decidimos si nos interesa o nos vamos.
- Sin título: Inicio, Index o Home no son títulos ni para Google ni para nadie pero aparecen en muchísimos sitios.
- Mal diseño: así como hay niños feos que solo a sus padres les parecen guapísimos, hay webs horrorosas que espantan a todo el mundo menos a sus dueños. Y aunque hay gustos para todo, también hay reglas de composición y diseño que aseguran un buen resultado.
- No apta para móviles: cada vez somos más los que navegamos con móviles y tablets, por eso cada vez es más importante el diseño web responsive que se adapta al ancho de la pantalla del visitante. Además, Google tiene en cuenta este aspecto y premia a las webs con diseño responsive y castiga a las que no lo tienen.
- Textos flojos: el contenido es el rey, sin embargo en la mayoría de los casos los textos son tratados como un tema menor, sin tener en cuenta que son fundamentales para transformar a los visitantes en clientes y para atraer a los buscadores.
- Fotos malas: está demostrado, las buenas fotos venden y en el comercio electrónico, las fotos son el producto por eso invertir en ellas es fundamental. Sin embargo, muchos prefieren ahorrar dinero en las fotos, cuando en realidad debieran tomarlas como una excelente inversión.
- Sin datos de contacto: en Internet, generar confianza es fundamental, por eso mostrar claramente los datos de la empresa como su nombre, dirección y teléfono es tan importante. Y mejor todavía, ofrecer atención a través de un chat.
- Navegación difícil: yo me crié navegando en un delta y en él voy de un lado a otro sin pensármelo dos veces, sin embargo para los que no lo conocen es un verdadero laberinto. En algunas webs ocurre lo mismo, sus dueños navegan por ellas fácilmente, pero son un laberinto donde los demás se pierden.
- A mi familia le gusta: si le preguntas a la abuela por su nieto, casi siempre te dirá que es un encanto, aunque sea el mismísimo demonio. Y si le preguntas a tu pareja por tu web es muy probable que ocurra algo parecido. Por eso, es mejor dejar las pruebas en manos de expertos que, además de sus conocimientos, cuentan con herramientas especializadas de análisis.
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