En pleno franquismo España tenía un slogan, Spain is different, que intentaba vender las cualidades que la diferenciaban. Andando el tiempo, España afortunadamente progresó y se fue haciendo más parecida al resto de Europa. Y ahora el sector turístico, el principal motor de la economía española, se enfrenta a una competencia que ofrece infraestructuras similares a precios más bajos. Por eso, es imprescindible diferenciarse.
Y no se trata solamente de las grandes políticas nacionales, sino también de la oferta de las pequeñas y medianas empresas (pymes), incluso de las ofertas conjuntas de pequeñas localidades.
Aquí van un par de ejemplos.
En el mundo hay 400 millones de personas que sufren rinitis alérgica y 300 millones que padecen asma, sin embargo, en España apenas si existen hoteles que atiendan a sus necesidades.
Mientras que en Alemania, no sólo tienen hoteles que se preocupan por los alérgicos, sino el primer destino turístico para alérgicos del mundo. Se llama Baabe y está en la isla báltica de Rügen.
Y que pasa con los productos bio. Las grandes multinacionales de la alimentación saben que lo verde vende. Sin embargo, en España apenas si existen los biohoteles.
Son sólo un par de ejemplos que demuestran que todavía hay margen para diferenciarse.
Para atender a sectores que tienen necesidades especiales y que están dispuestos a pagar por ello.
Para abandonar la ruinosa política del menor precio.
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